En el año 2010 hicimos un estudio de yogures que marcó impacto. Resulta que ninguna de las muestras que mandamos al laboratorio cumplía con los contenidos necesarios de lactobacilus bulgaricus y streptococus termophilus, sin los cuales ningún producto lácteo puede ser llamado yogur, según las exigencias del Reglamento Sanitario de Alimentos. Lo que no significaba que esos productos no tuvieran cualidades nutricionales, que las tenían. Y lo dijimos. Hubo un cierto revuelo. Visitas: 394
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